martes, 19 de mayo de 2009
jueves, 12 de marzo de 2009
Dicho esto me dirijo ya a ustedes y paso a la recomendación. Pero antes quiero dejar bien claro que no soy persona de "recomendaciones", pues considero que cada uno es "uno mismo" y "nunca llueve a gusto de todos". Mi recomendación es un libro " El Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta" del filósofo americano R. Pirsig. Tal vez ya lo hayan leido, cosa que no me sorprendería en gente tan cultivada como son ustedes.
Espero que les guste tanto como me gustó a mi.
Un gran saludo
Suyo Tomás
sábado, 7 de marzo de 2009
Divagaciones sobre la "cultura"
jueves, 22 de enero de 2009
Márketing
Intento de profundización en la imagen subjetiva, campo abonado para librarse de la realidad y proporcionar imágenes mentales cercanas a la consigna, el arquetipo, el gurú etc...
Pero en este caso el montaje resulta, a los ojos de muchos, rídiculo, porque el líder carismático tiene que tener como mínimo algo de carisma o algo de liderazgo. Ni su acción (que puede ser difuminada, ocultada y deformada por la avalancha de informaciones contradictorias y no- informaciones), ni su lenguaje corporal, ni su ser, dan más de sí (al menos para algunos).
martes, 13 de enero de 2009
Mi amigo me envía este artículo del filósofo Bertrand -Henry Levi, otro punto de vista, distinto.
por BERNARD-HENRI LEVY
Dado que no soy un experto militar, me abstendré de juzgar si los bombardeos israelíes de Gaza habrían podido ser más precisos y menos mortíferos.
Dado que, desde hace décadas, jamás pude distinguir entre buenos y malos
muertos o, como decía Albert Camus, entre «víctimas sospechosas» y «verdugos
privilegiados», también yo me siento horrorizado antes las imágenes de los niños palestinos asesinados.
Dicho esto y teniendo además en cuenta que un viento de locura parece
haberse instalado en algunos medios de comunicación, una vez más y como
siempre cuando se trata de Israel, me gustaría recordar algunos hechos:
1. Ningún gobierno del mundo, ningún otro país más que este vilipendiado
Israel, arrastrado por el fango y demonizado, habría tolerado ver miles de
obuses caer, durante años, sobre sus ciudades. Y por lo tanto, lo más
importante del caso, el auténtico tema de sorpresa no es la «brutalidad» de
Israel, sino su enorme moderación.
2. El hecho de que los cohetes Qasam de Hamas y, ahora sus misiles Grad, hayan
ocasionado tan pocos muertos, no demuestra que sean artesanales o
inofensivos, sino que los israelíes se protegen, que viven enterrados en los sótanos de sus casas en una vida de pesadilla, siempre en vilo, siempre
atentos al sonido de las sirenas y de las explosiones. Yo estuve en la
ciudad israelí de Sderot y lo pude comprobar.
3. El hecho de que, en cambio, los obuses israelíes provoquen tantas víctimas no significa, como bramaban los manifestantes de este fin de semana, que
Israel se haya lanzado a una «matanza» deliberada e indiscriminada, sino que los dirigentes de Gaza optaron por la actitud inversa: exponer a su población. La vieja táctica del «escudo humano» que pone en práctica Hamas, tal y como hiciera Hizbulá hace dos años, instalando sus centros de mando, sus stocks de armas y sus búnkeres en los sótanos de edificios, hospitales, escuelas y mezquitas, es una táctica eficaz pero repugnante.
4. Entre la actitud de unos y de otros hay, dígase lo que se quiera, una diferencia esencial y que no pueden ignorar los que quieran tener una idea justa y cabal de la tragedia y de los medios para ponerle fin: los palestinos disparan contra las ciudades, es decir contra civiles (y eso, en el derecho internacional, se llama «crimen de guerra»), mientras los israelíes apuntan a objetivos militares y ocasionan, sin quererlo, terribles daños civiles (es lo que, en lenguaje militar, se llama «daño colateral», una palabra que, a pesar de ser odiosa, remite a una auténtica disimetría estratégica y moral).
5. Dado que hay que poner los puntos sobre las íes, es necesario recordar un hecho del que la prensa francesa apenas se hizo eco y del que, sin embargo, no conozco precedente alguno, en guerra alguna ni por parte de ningún ejército del mundo. Y es que, durante la ofensiva aérea, las unidades del
Tsahal llamaban por teléfono sistemáticamente (la prensa anglosajona habla de 100.000 llamadas) a los habitantes de Gaza que vivían en los alrededores de los blancos militares, para invitarlos a evacuar el lugar. Es evidente que eso no evita la desesperación de las familias sin hogares, ni a las vidas truncadas, ni las matanzas. Pero que el hecho sea así no deja de ser un detalle significativo.
6.Tampoco es totalmente real ni exacto el famoso bloqueo integral, impuesto a un pueblo hambriento, al que le falta de todo y que lo hunde en una crisis humanitaria sin precedentes (sic). Los convoyes humanitarios nunca dejaron de pasar hasta el comienzo de la ofensiva terrestre. Por el control de Kerem Shalom, sólo el día 2 de enero, fueron 90 los camiones de víveres y de medicinas que, según The New York Times, pudieron entrar en Gaza. Y sólo evoco, para recordárselo a algunos (porque es algo habitual, aunque, escuchando a esos tales, no lo parezca), que los hospitales israelíes siguen recibiendo y curando, todos los días y al menos hasta el momento en que yo escribo, a los heridos palestinos.
Esperemos que los combates cesen cuando antes. Y esperemos que, cuanto antes también, los comentaristas vuelvan en sí. Ese día descubrirán que Israel cometió muchos errores durante estos últimos años (ocasiones fallidas, largo rechazo a la reivindicación nacional palestina, unilateralismo), pero que los peores enemigos de los palestinos son esos dirigentes extremistas que nunca quisieron la paz, que jamás quisieron un Estado y que sólo pensaron para su pueblo en un Estado concebido como un instrumento de secuestro. Lo demuestra la siniestra imagen de Jaled Meshaal del sábado día 27 de diciembre, que, ante la inminencia de la respuesta israelí tan deseada, sólo sabía exhortar a su «nación» a «ofrecer la sangre de más mártires». Y lo decía desde su confortable exilio, desde su cueva de Damasco.
Hoy en día, una de dos. O bien los Hermanos Musulmanes de Gaza restablecen la tregua que rompieron y, al mismo tiempo, declaran periclitada y sin efecto un acta fundacional basada en el rechazo de la «entidad sionista». En ese caso, se unirán al amplio frente del diálogo que, gracias a Dios, sigue creciendo en la zona, y vendrá la paz. O bien se obstinan en seguir viendo en el sufrimiento de los suyos únicamente un carburante para sus pasiones
recocidas, su odio loco, nihilista y sin argumentos. Y en ese caso, habrá que liberar de las sombrías garras de Hamas no sólo a Israel, sino también a los palestinos.